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Que atropello a la razón...

Si tú lo haces, bien... si lo hago yo...

Hace días me encontré en un foro una frase que decía tal que así: " Viva el sexo libre, y las mujeres que sólo quieren follar y lo dicen (que a menudo escasean)"... dicha por un hombre, evidentemente, porque llego a ser yo la que la escribe y ya la hemos liado.

Y es que, como de todos es sabido, a las mujeres nos gusta gustar, y si por eso ya "somos todas unas guarras" la sola insinuación de que podemos disfrutar del sexo sin implicaciones sentimentales resulta una total abominación.

Luego nos auto-convencemos de que somos muy liberales, que el machismo ya quedó atrás y de que no somo como nuestros abuelos. Pero eso si, el hombre al que le gusta el sexo es un machito o simplemente responde a sus necesidades fisiológicas, la mujer a la que le gusta el sexo... no hace falta que os diga lo que es.

Es cierto, nos gusta gustar, pero a la que tiene dos dedicos de frente, cosa que parece ser que cada vez escasea más, la gusta gustarse a si misma. Si relacionamos de forma automática a la mujer un poco coqueta con las niñatas histéricas y lloronas que montan un drama cuando se les rompe una uña y sólo son capaces de pensar en si el flequillo se les ha movido de su sitio... que queréis que os diga... estamos perdidos!!

Pero claro, si a mi me gusta jugar al futbolín, resulta que soy una marimacho, si lo hace un hombre... Aunque me puedo ir a ejemplos más burdos aun: si un hombre se tira un rebuzno que tiembla la habitación hace reír a todos a su alrededor, si lo hace una mujer es que no sabe comportarse como se espera de ella, como una dama.

Y creo que lo que me está pasando ahora es un ejemplo bastante clarificador del asunto: si un hombre me llama para quedar y pasar un rato juntos (ya no sólo me refiero al sexo), resulta ser un hombre decidido, que controla lo que pasa en su vida, que elige lo que vive y cuando lo vive. Ahora, si soy yo la que hace la llamada o manda un simple mensaje me he convertido automáticamente en una loca enamorada, peligrosa, porque resulta que sólo ando buscando al padre de mis hijos y si te pillo... ya no te pienso soltar... Y el chip del hombre cambia: ahora tengo que alejarme de ella, porque viene a por mi, menudo agobio, dónde me he metido...

!Que falta de respeto, que atropello a la razón!

Y es que yo no soy una dama, y no por ello no soy una mujer en toda regla. Es más, no soy una dama porque nunca he pretendido serlo. A mi me gusta el sexo, me gusta decir y hacer las cosas tal y como las pienso y me es indiferente lo que piensen de mi.

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